Estamos de acuerdo en que practicar cualquier tipo de deporte al aire
libre es bueno, ya que nos hace entrar en contacto con la naturaleza y
nos devuelve en cierto sentido esa parte animal que llevamos dentro, ese
elixir perdido por la rutina y por la industrialización de nuestras
ciudades y de nuestras vidas.
Esos deportes extremos tienen
"ese nose qué en el estómago que nos lleva a ir más allá en la práctica del deporte"
- Adrenalina: al contrario que otros deportes, los extremos nos proporcionan un descarga increíble de adrenalina y de energía.
- Esa rara sensación de que se han cruzado algunos límites y que se han tenido que realizar unos esfuerzos considerables para llegar a la meta.
- La sensación de nuevas metas, pudiendo aplicar esto a nuestra vida cotidiana.
- Desafiar al peligro. Una sensación de ventaja y de incrementar el sentimiento de superar límites y logros.
Muchas veces nos vemos atraídos a los deportes de riesgo
justamente porque pensamos que nuestra vida ha caído en una rutina
considerable, y notamos que estos deportes extremos
nos pueden devolver algo de las ganas por continuar seguir creyendo en algo y querer superar nuevos retos en la vida.
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